Dinero revela la primera gran encuesta sobre el comportamiento sexual de los colombianos en su sitio de trabajo. Los resultados son increíbles. Uno de cada cuatro cree que conoce a alguien que utilizó el sexo como instrumento para obtener una mejor posición laboral. Uno de cada ocho hombres ha visto una película pornográfica en horas laborales y en el sitio de trabajo. Una de cada siete mujeres siente que en algún momento ha sido acosada sexualmente.
Definitivamente, uno no puede suponer que conoce a la gente que lo rodea. En principio, el comportamiento sexual hace parte de la vida privada de la gente y cada quien es libre para hacer lo que desee en estos asuntos. Sin embargo, la regla se rompe cuando los ámbitos de las relaciones sexuales y el trabajo se cruzan; allí se abre un territorio ambiguo y espinoso, donde la libertad individual se restringe. Las empresas tienen un interés legítimo en entender el comportamiento sexual de sus trabajadores, pues este puede influir sobre el bienestar de la mayoría y afectar la justicia organizacional, las relaciones de poder y la cultura.
El tema hace parte de la cotidianidad, pero la información sobre su incidencia es extraordinariamente escasa. Dinero e Invamer Gallup realizaron una encuesta entre 800 personas en toda Colombia sobre cómo viven su sexualidad en el sitio de trabajo. Los resultados son sorprendentes.
Esta es una dimensión importante dentro del complejo y cambiante entorno laboral en el país, donde hay una creciente presencia de mujeres en trayectorias profesionales de alto potencial y donde las relaciones de poder entre los individuos se transforman rápidamente debido a los cambios acelerados en la competencia. En este contexto, el sexo no es realmente un tema privado.
Hay abundantes casos que muestran cómo se pueden cruzar los cables entre las relaciones sexuales y la buena marcha de las organizaciones. Desde los encuentros en la Oficina Oval entre Bill Clinton y la practicante Monica Lewinsky, hasta los extraordinarios aumentos salariales que recibió Shaha Ali Riza en el Banco Mundial mientras mantenía una relación con el director del Banco Paul Wolfowitz –quien tuvo que renunciar por cuenta de este escándalo–, son muchos los ejemplos que muestran el explosivo potencial que el tema puede llegar a tener.
El segundo hogar
No sorprende que la oficina sea un terreno abonado para el desarrollo de relaciones de tipo sexual. De hecho, es el sitio donde las personas gastan la mayor cantidad de su tiempo y allí se involucran permanentemente en situaciones de alto contenido emocional con otras personas. Las relaciones de trabajo fácilmente pueden llevar al desarrollo de atracción sexual.
La sexóloga Flavia Dos Santos explica que, a pesar de ser un asunto tabú en un país como Colombia, lo natural es que el sexo esté presente en la vida de cualquier persona. Es imposible que alguien aparte su sexualidad a la hora de trabajar. Dos compañeros comprometidos con un proyecto pueden pasar mucho tiempo juntos y convertirse prácticamente en un matrimonio, al compartir éxitos y fracasos. “Allí pueden surgir sentimientos como la admiración, que es la base de la pasión”, afirma Dos Santos.
Según la encuesta, 14% de los encuestados ha tenido relaciones de tipo sexual con algún compañero de su empresa. Esto coincide con la experiencia en otros países. Según un sondeo realizado por el sitio de temas laborales Glasdoor.com, uno de cada diez trabajadores reconoció haber tenido sexo en su lugar de trabajo. Por su parte, en una encuesta del año 2008, The Wall Street Journal encontró que 40% de los encuestados había tenido citas románticas con compañeros de trabajo.
Las relaciones románticas y sexuales que surgen a partir de relaciones de trabajo ocurren todo el tiempo. Sin embargo, la expectativa para la mayoría de los encuentros sexuales de oficina, no tiene un desenlace de cuento de hadas. De hecho, la encuesta de Dinero e Invamer Gallup muestra que casi una de cada cuatro personas que tuvo un affaire laboral ha tenido que renunciar por ese hecho. Además, 27% de los encuestados afirma que, si de ellos dependiera, despedirían a quien descubrieran teniendo relaciones sexuales con algún compañero. Aunque es conocido que la gente se involucra con cierta frecuencia en relaciones sexuales en la oficina, el clima de opinión sobre el tema no es muy positivo.
El poder, ¿para qué?
Los conflictos que pueden surgir entre la vida privada y la profesional son evidentes cuando hay relaciones sexuales. Hay una amplia gama de situaciones donde la existencia de una relación sexual puede afectar la equidad en los grupos de trabajo: desde compartir información privilegiada en una charla casual hasta influir explícitamente en una decisión que favorece a la pareja.
Estos conflictos existen, pero se agudizan cuando las relaciones se dan entre personas que ocupan niveles diferentes en la jerarquía. La encuesta muestra que 13% de los consultados ha sentido que su jefe le ha coqueteado con interés sexual, 6% ha coqueteado con su jefe y 14% se ha sentido acosado sexualmente alguna vez en la oficina. Casi una tercera parte de los encuestados cree que tener relaciones con el jefe sirve para subir en la estructura corporativa y una cuarta parte afirma conocer a alguien que ha utilizado esta estrategia. En una relación intra laboral: ¿cómo distinguir entre el amor, el coqueteo, la estrategia o el acoso? Esta es una nueva faceta que tiene enormes implicaciones.
Según Claudia Piedad González, directora del Centro de atención e investigación integral de las víctimas de abuso sexual de la Fiscalía, el acoso sexual apenas se tipificó penalmente en 2008 en Colombia y la tendencia de denuncia ha sido al alza. Durante el año 2009 se registraron 5 casos; en 2010, 8 casos; en 2011, 16 casos y en lo que va corrido de 2012 ya van 10 casos de denuncias en la Unidad de Delitos Sexuales en Bogotá. Sin embargo, hasta el momento no hay fallos, pues las investigaciones están en desarrollo.
Esto implica que las empresas deben tener políticas para abordar estos temas. La reputación de una firma entra en juego si un juez considera que el acoso ocurrió porque no se tomaron medidas para impedir que el asunto prosperara.
Incluso un incidente que ocurre fuera de la oficina puede terminar perjudicando a una organización.
Dominique Strauss-Kahn, exdirector del Fondo Monetario Internacional, fue acusado de intento de violación por una mucama de un hotel. Todo ocurrió lejos de las oficinas del FMI y podría haber sido interpretado como un episodio de la vida personal del director. El escándalo llevó a una serie de investigaciones sobre el rol del sexo en la cultura organizacional del FMI. Allí aparecieron numerosos testimonios de empleadas del Fondo sobre propuestas sexuales de sus jefes y la ausencia de respuesta institucional cuando ellas denunciaron.
Las empresas deben enunciar en forma explícita lo que no es permitido en cuanto a relaciones entre sus empleados. Desde la perspectiva de la ley, la empresa no puede ser un actor indiferente respecto a lo que ocurre en este frente.
¿Y la productividad?
Sin duda, el tiempo y la energía que los empleados dedican a las relaciones sexuales pueden distraer recursos de la organización y comprometer los resultados que ella busca. Por ejemplo, los viajes de negocios tienen una alta correlación con los encuentros sexuales. De acuerdo con la encuesta, 22% de las personas que viajan por trabajo aprovechan para tener sexo. De ellos, 14% ha pagado por estos servicios.
Este tipo de relaciones pueden interferir con las responsabilidades laborales. Un caso extremo, pero ilustrativo, es el de los agentes del servicio secreto estadounidense que viajaron a Cartagena con la misión de proteger al presidente Obama en su visita a la ciudad, pero pasaban las noches con prostitutas. Los riesgos de esta situación para la seguridad del presidente Obama se hicieron evidentes.
Los recursos de la empresa pueden ser mal utilizados por los trabajadores. El consumo de pornografía en horas laborales, por ejemplo, tiene una alta incidencia: 13% de los encuestados dice que ha visto sitios “triple X” en internet en su lugar de trabajo. El fenómeno es extendido tanto entre hombres (18%) como en mujeres (8%). De ellos, 38% dice que ve porno al menos una vez al mes.
Las personas no dejan de ser humanas por el hecho de estar empleadas en una empresa y las relaciones sexuales están en el centro del escenario. El tema es tabú en Colombia, donde muchas organizaciones mantienen una cultura con rasgos machistas a pesar del ingreso masivo de mujeres a la fuerza laboral y de la creciente presencia de los homosexuales en la sociedad.
Muchas empresas prefieren mantenerse al margen del tema para evitar lucir como conservadoras o mojigatas. Eso es una equivocación. Las empresas deben tener lineamientos claros respecto a lo que sus empleados no deberían hacer en el territorio de las relaciones sexuales.
La claridad en los mensajes es la primera condición para enfrentar la ambigüedad frente al tema. Como lo afirma la sexóloga Dos Santos, “la política implícita en las empresas es prohibir las relaciones entre las personas. ¿Por qué? Porque el sexo en los asuntos laborales tiene que ver con relaciones de poder, plata y hasta beneficios para alguno de los implicados. Se necesita de mucha madurez para que una relación no termine interfiriendo en el trabajo, no sea un arma o no sea un peso para la cotidianidad de los trabajadores”. Las empresas deben asumir el tema en toda su complejidad y crear un entorno donde los empleados puedan hablar con sinceridad sobre estos asuntos cuando lo consideren necesario.
Fuente: Dinero.com
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